
Por: Douglas Velásquez Jácome
Los drones son equipos de vuelo cuyas funciones de navegación, identificación de objetivos, toma de decisiones y análisis de datos se hacen en tiempo real, ahora dominados por la Inteligencia Artificial (IA) la cual ha evolucionado rápidamente en los últimos años permitiendo una mayor autonomía, automatización y supuesta precisión en sus operaciones. Los drones con IA pueden manipulan análisis de grandes volúmenes de datos en tiempo real, lo que les permite identificar objetos, rastrear movimientos y optimizar rutas de navegación sin intervención humana. Estos sistemas han demostrado ser herramientas claves de uso en sectores como seguridad, agricultura y la gestión de emergencias, facilitando tareas como la vigilancia inteligente, el monitoreo de cultivos y la respuesta rápida ante desastres naturales. Es innegable que a medida que la IA avanza, la integración en los drones transformará múltiples industrias, impulsando la eficiencia y la automatización en niveles sin precedentes.
El uso de drones plantea trascendentales desafíos en materia de ciberseguridad, ya que pueden ser vulnerables a diversos tipos de ataques informáticos dirigidos a su autonomía y automatización. La autonomía en inteligencia artificial (IA) se refiere a la capacidad de los sistemas para operar sin intervención humana directa, tomando decisiones basadas en datos y algoritmos avanzados. Esto permite que las máquinas realicen tareas complejas de manera independiente, como la navegación de vehículos autónomos o la gestión de procesos industriales. Por otro lado, la automatización en IA implica la programación de sistemas para ejecutar tareas repetitivas yendo de manera eficiente a las enormes bases de datos sin necesidad de supervisión alguna, siguiendo reglas predefinidas en su programación cuántica y sin requerir adaptación a situaciones nuevas. Ambas tecnologías están transformando sectores como la medicina, la educación y la industria automotriz, mejorando la eficiencia y reduciendo errores humanos. A pesar de los beneficios que ofrece la autonomía y automatización existen algunos riesgos asociados como la falta de control humano directo sobre las decisiones y acciones de la IA. Esto plantea desafíos éticos, legales y regulatorios, especialmente si la IA toma decisiones que pueden tener un impacto significativo en la vida de las personas. Como los sistemas de IA autónomos dependen de tecnologías y algoritmos complejos también se podrían producir fallos técnicos en estos sistemas haciendo incurrir en errores graves o incluso poniendo en peligro la seguridad de las personas. Por lo tanto, es fundamental garantizar regulatoriamente la fiabilidad y seguridad de estos sistemas. Otros riesgos identificados están en la intercepción de señales, donde los atacantes pueden tomar el control del dron mediante la manipulación de su comunicación con el operador. Además, los ataques de denegación de servicio (DoS) pueden saturar los sistemas de comunicación del dron, dejándolo inoperativo y afectando su funcionalidad. Otro problema crítico es la suplantación de GPS, en la que los atacantes envían coordenadas falsas al dron, desviándolo de su ruta original y potencialmente llevándolo a zonas peligrosas. Así mismo, los drones pueden ser utilizados para actividades ilícitas, como el espionaje o el contrabando, lo que agrava las preocupaciones sobre su seguridad. Para mitigar estos riesgos, los expertos aconsejan estar implementado continuamente medidas de protección como el cifrado de datos, la autenticación robusta y la detección de intrusos en redes inalámbricas. A medida que la tecnología avanza, la ciberseguridad en drones se convierte en un aspecto clave para garantizar su uso seguro y responsable en diversas aplicaciones.
El uso de drones inteligentes como armas de guerra es un tema humanitario controversial. Algunos, solapadamente, argumentan que pueden reducir riesgos para los soldados al realizar misiones peligrosas de manera autónoma. De otro lado, se plantean serios dilemas éticos, regulatorios y riesgos, como la posibilidad de errores fatales, la falta de responsabilidad humana directa en decisiones de vida o muerte y el potencial de escaladas en conflictos armados. El uso de drones en guerras recientes ha transformado significativamente la dinámica de los conflictos armados, marcando un antes y un después en la estrategia militar. Su uso en las guerra recientes guerras se convierte en una arma de doble filo pues cualquier parte en la batalla lo podría utilizar además sin considerar los aspectos éticos ni los tratados internacionales que buscan limitar la brutalidad de la guerra y proteger a las víctimas, especialmente a los niños, mujeres y demás civiles que no participan en las hostilidades o han dejado de hacerlo, con base del Derecho Internacional Humanitario (DIH) y acuerdos como los Convenios de Ginebra (1949), de muy poca aplicación, en mi opinión.
En el conflicto entre Rusia y Ucrania, los drones han sido empleados tanto para misiones de reconocimiento como para ataques directos, destacando su capacidad para operar en entornos hostiles con alta precisión. En otros escenarios, como Siria, Azerbaiyán y Yemen, los drones han permitido ataques quirúrgicos y vigilancia constante, reduciendo la exposición de tropas humanas. Sin embargo, se plantean desafíos éticos y estratégicos. La facilidad de acceso a drones comerciales y su modificación para fines militares ha permitido que actores no estatales, como grupos insurgentes, los utilicen para ataques improvisados. Además, la dependencia de estos sistemas genera vulnerabilidades, como la posibilidad de hackeos o interferencias en sus sistemas de navegación.
El uso de drones en conflictos armados ha abierto el debate sobre la necesidad de la intervención de una regulación global para establecer límites claros, evitar abusos y garantizar el respeto al derecho humanitario. La evolución de esta tecnología continuará redefiniendo el panorama bélico, exigiendo un equilibrio entre innovación y responsabilidad siendo, repito, la regulación eficiente el arma más eficaz para su control.
- El autor es abogado experto en regulación Vea otras columnas en douglasvelasquezabogados.com
- Este artículo fue tomado del libro Regulando la Inteligencia Artificial y el Suicidio Tecnológico de la Humanidad de Douglas Velásquez Jácome , próximo a publicarse.