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PETRO Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL


Por: Douglas Velásquez Jácome

Como suele suceder en Colombia, los medios prestaron poca atención a la intervención del presidente Petro sobre inteligencia artificial en la Cumbre Mundial de Gobiernos en Dubái. Estábamos más preocupados en un posible uso abusivo del helicóptero presidencial, mientras el presidente planteaba un aspecto fundamental sobre los peligros de la Inteligencia Artificial para el desarrollo y conservación de la especie humana ante su posible pronta extinción. Confieso que este tema me apasiona y lo he venido investigando académicamente desde la pandemia, intentando dar respuesta a la pregunta de quién y cómo se deben regular los datos informáticos, el ciberespacio y la inteligencia artificial considerando sus aspectos tecnológicos, políticos, sociales, económicos y éticos, como lo planteamos en el libro El Suicidio Tecnológico de la Humanidad, próximo a publicarse.

El presidente disertó sobre Facebook, las redes sociales y la inmensa biblioteca contenida en un computador, concentrando todo el pensamiento humano en los límites de la inteligencia artificial y del cambio climático, que están dominados por completo por la codicia en las relaciones sociales y económicas de producción capitalista. ¿Qué pasará si los datos muestran que cientos, quinientos millones o mil millones de trabajadores pierden su empleo gracias al aumento y salto de la productividad de la inteligencia artificial? Caos social, revolución, conflictos que se vuelven étnicos, nacionales, civilizatorios. Petro concluye que una posible solución sería la imposición de impuestos globales sobre la renta generada a través del uso de la nube y la inteligencia artificial, como un concepto de renta ciudadana a escala global, además de un sistema social que permita una democracia global, logrando así posibilidades de subsistencia colectiva de la humanidad en el planeta evitando la debacle.

Nuestra investigación académica sobre la inteligencia artificial también deduce que sus desarrollos caóticos amenazan a la humanidad en sus derechos digitales fundamentales, con graves peligros y riesgos por el uso, abuso e inseguridad no solo sobre sus datos informáticos, sino sobre la vida misma de los ciudadanos, lo que seguramente terminará en un caos universal, llevando a la humanidad de regreso a la caverna.

Como ejemplo, tenemos que la inteligencia artificial (IA) está siendo empleada en los actuales conflictos armados con drones y robots asesinos inteligentes, armas totalmente autónomas, que seleccionan y atacan objetivos sin intervención humana ni respeto por las leyes internacionales de la guerra como el Convenio de Ginebra sobre protección infantil y de civiles en los conflictos armados. Los precursores de estas armas son China, Israel, Corea del Sur, Rusia, el Reino Unido y Estados Unidos. Es la bomba atómica cibernética, pero manejada por una máquina. Igualmente, es indiscutible que hoy la humanidad enfrenta un ataque certero del cibercrimen y de los intereses oscuros, políticos, económicos y financieros que incluyen monopolios y posiciones dominantes de los gigantes tecnológicos (BigTech) y de poderosos gobiernos, convertidos todos en hackers o autorreguladores universales de acuerdo con sus intereses particulares. Otra muestra de los peligros de la Inteligencia Artificial la encontramos en los procesos de investigación vinculados con su uso en la medicina y la evolución de los medicamentos que todos aplaudimos. Pero un estudio de Oxford se concentra principalmente en la observación de que las IA entrenadas con datos generados por otras IA tienden a degradar la calidad de los resultados tras pocas generaciones, comprometiendo la calidad y fiabilidad de sus productos en la salud de la humanidad.

Sin ser parte de los tecnoptimistas ni de los tecnofatalistas, creemos que realmente la humanidad está caminando con las veloces e innovadoras irrupciones tecnológicas (Inteligencia Artificial) hacia la cuerda de su ahorcamiento. Se requiere trabajar desde la academia en una rápida y pronta regulación global que proteja sus aspectos sociales, económicos, políticos y técnicos y que evite el suicidio tecnológico de la humanidad.El autor ha sido por varios años colaborador de La Nota Ciudadana.

Fecha: 2025-02-15