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INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y ROBOTICA. ENEMIGOS REALES


Por: Douglas Velasquez Jacome
La inteligencia artificial (IA) funciona como una simulación del raciocinio de la inteligencia humana donde elaboramos nuevas informaciones e ideas en base a un conjunto de datos o información y reglas (memoria), que nos permite establecer y formar elementos tales como recuerdos, pensamientos, creencias, teorías, ideas abstractas, técnicas o estrategias. La Inteligencia Artificial se procesa en una maquina (computador) compuesta por un hardware o parte dura y un software que comprende el conjunto de instrucciones o programas que le dicen a la computadora cómo realizar tareas específicas. Funciona como el cerebro humano utilizando una prodigiosa memoria (Big Data) y una forma de aprendizaje automático (Machine Learning, Deep Learning) que permite a las computadoras aprender, comparar y mejorar a partir de datos y experiencias, sin necesidad de ser programadas explícitamente para cada tarea. Básicamente lo que hace la máquina es mediante dispositivos electrónicos, la programación y procesamiento de datos informáticos y fija una serie de pasos o instrucciones basados en modelos matemáticos de ceros y unos llamados binarios o algoritmos de los cuales “aprende" a identificar patrones en los datos y a hacer predicciones o tomar decisiones basadas en ellos. Estos programas suelen incluir temas como las redes neuronales, el procesamiento del lenguaje natural y la visión artificial en profundidad, hoy con gran influencia en sectores como la medicina, industria, educación, investigación y judicial donde sin duda está comportando beneficios al desarrollo sostenible de la humanidad.

Su popularización se hizo más evidente con la expansión del uso de equipos terminarles móviles (de 8.000 millones de personas el mundo 7.000 millones tienen suscripciones a teléfonos móviles) y a través de asistentes virtuales en motores de búsqueda como ChatGPT4 de OpenAI, los desarrollos de Google ahora en inteligencia artificial con Gemini 2.0, Project Jarvis y mejoras en la búsqueda, la aparición Copilot y otros semejantes, servicios de streaming como Alexa (asistente virtual de altavoz inteligente), Netflix (cine), Spotify (música), además de la expansión de redes sociales como medio de informacion, comunicación y entretenimiento (7.500 millones de usuarios de los 8,000 millones de población mundial) donde Facebook marca el paso con 3.065 millones de usuarios, seguida por YouTube e Instagram. Todo esto arropados bajo el Internet Web 3.0 de alta velocidad y capacidad con el apoyo del fotón.

Lamentablente la IA está siendo utilizada para actividades perjudiciales, como la creación de noticias falsas (deepfakes), ciberataques sofisticados a la propiedad, libertad, la honra o la manipulación de opiniones públicas, pero lo peor es lo que estamos viendo con los robots, drones y demás máquinas autónomas capaces de ejecutar toda clase tareas complejas y tomar decisiones en tiempo real, originando sesgos inconscientes e inesperados que nos podría llevar al dominio indiscriminado de los que tienen el poder económico, político y tecnologico con lo cual estamos pasando y confundiendo la ficción con la realidad como lo vemos en la literatura y en el cine. Y tenemos también, la manipulación masiva de información, donde agentes de IA podrían ser utilizados para difundir desinformación y propaganda, socavando valores fundamentales protegidos por los derechos digitales por las grandes las empresas y los países.

Diversos expertos nos están advirtiendo sobre los peligros y riesgos globales que están representado los desarrollos de la inteligencia artificial y la robótica, sistemas que han escalado una alta autonomía operativa que conllevan necesariamente riesgos globales contra la humanidad. “Debemos reconocer los riesgos, entender científicamente de dónde vienen y realizar la inversión tecnológica necesaria para garantizar la seguridad antes de que sea demasiado tarde y construyamos cosas que puedan destruirnos,” abogó el informático canadiense Bengio en el Foro Económico Mundial. Así, ya se empiezan a oír propuestas y alternativas para minimizar los riesgos que estos sistemas implican al actuar de forma autónoma, con objetivos propios, lo que los convierte en una amenaza potencial si sus decisiones no están alineadas con los valores y los intereses humanos. La autonomía no es la única amenaza de inteligencia artificial (IA), hoy vemos como posa sobre nuestra cabeza la amenaza de los robots asesinos. Se trata de drones que tiene numerosas aplicaciones especialmente en el ámbito militar, ahora usados para el rendimiento de los ejércitos como elementos robóticos aliados a los combatientes, creando un arma peor que la nuclear, conformando la tercera revolución bélica, después de la pólvora y las armas nucleares, pero con la posibilidad de ser capaces de realizar hostilidades con total autonomía, y conllevando la destrucción de la humanidad. Hace algunos años, las autoridades militares de Estados Unidos, Rusia, Alemania, China y otros países anunciaron que su objetivo no era la creación de sistemas de combate totalmente autónomos. El año pasado, el Departamento de Defensa de Estados Unidos terminó de elaborar la “Tercera estrategia de compensación” (Third Offset Strategy) y comenzó a aplicarla. Este documento implica, entre otras cosas, el desarrollo activo de innovaciones técnicas y su empleo en los trabajos militares futuros. El presidente ruso Vladimir Putin declaró: “La inteligencia artificial representa el futuro no sólo de Rusia, sino de todos. Los que tomen la delantera en este campo dirigirán el mundo.

Debemos plantear un debate ético y regulatorio sobre la posibilidad de que las máquinas tengan un límite a su grado de autonomía y de quién debe ser responsable de sus acciones, estableciéndose estándares éticos y de seguridad apoyado en iniciativas concretas, como se hizo con la legislación de seguridad en California, que busca requerir evaluaciones de riesgos para modelos cuyo costo de implementación supere los 100 millones de dólares. “Podemos continuar construyendo sistemas más poderosos que no sean autónomos”, afirmó Joshua Bengio. Debemos hacer un pacto global para garantizar que estas tecnologías beneficien a toda la humanidad. Para alcanzar esta visión, es indubitable la necesidad inmediata de una regulación ética universal.


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Tomado del libro Regulando la Inteligencia Artificial y el Suicidio Tecnológico de la Humanidad de Douglas Velásquez Jácome , próximo a publicarse
Fecha: 2025-03-28