Por: Douglas Velásquez Jácome
Como las redes sociales se han venido convirtiendo en una de las principales fuentes de información y comunicación, a diario vemos como esta herramienta tecnológica se ha convertido en un arma de expresión de pasiones de odio, abuso y la grosería por razones políticas, personales y económicas. Adicionalmente en las redes sociales los usuarios comparten con comunidades digitales diferentes contenidos, donde se utilizan como medio de comunicación y marketing, palabras para desprestigiar, hostigar abierta y directamente al contrario.
Esto preocupa ante el alto grado del poder de comunicación de las redes sociales sin comparación con otros medios. Por ejemplo el portal web de EL TIEMPO no sobrepasa los cien mil suscriptores digitales activos (Yo soy uno de ellos) mientras en YouTube el Canal Televisión T-Series cuenta con 237 millones de usuarios; en 2022 Facebook Colombia contaba con 32,08 millones de usuarios y en enero de 2023 Twitter marcó casi seis millones de usuarios activos mientras la audiencia nacional de Caracol Radio tiene 1.6 millones de oyentes diarios de lunes a domingo. De otro lado, el presidente Petro tiene cerca de 9 millones de seguidores en Twitter con un promedio de casi 5 mil retweets y cerca de 8 mil “Me gusta” en cada mensaje suyo. Estas cuentas solo señalan el alto grado de cubrimiento de las redes sociales, por lo cual por su uso libre debemos cuidarnos de estos mensajes cargados de exagerado apasionamiento y violencia, faltos de cultura y buenos modales.
Regulatoriamente sobre esta materia existe la ley 1273 de 2009 "De la protección de la información y de los datos" que crea un nuevo bien jurídico tutelado denominado protección de la información y de los datos y castiga penalmente el delito informático a fin de preservar integralmente los sistemas que utilicen las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Otras veces se usan bodegas consistentes en programa y varios perfiles falsos desde los cuales se envían mensajes con el fin de crear falsamente una opinión de veracidad sobre algún hecho político, comercial o social conocidos como FAKE NEWS (noticias falsas). De ahí nace el fenómeno los influenciadores de opinión en redes sociales que tiene un número de seguidores capaz de crear tendencias unas veces reales y otras ficticias o falsas, hoy parte integral del marketing digital.
Sobre el derecho a la a libertad de expresión en la redes sociales, la Corte Constitucional en Colombia ha señalado un sendero regulatorio de no limitarlo, lo que se interpreta como que las personas podrán escribir cualquier tipo de comentario en Facebook o Twitter aunque incomode a otros, pero con la condición, según lo afirma la Corte, que no se vulneren los derechos al buen nombre y la honra de alguien, en cuyo caso serán los jueces de la República los que regulen o vigilen esos comentarios y den órdenes de retirar los contenidos, sin perjuicio de la rectificación de la información injuriosa y la respectiva sanción penal de prisión y multa, además de la responsabilidad civil con obligación de resarcir económicamente los daños y perjuicios causados como producto del comentario difamador por las redes sociales. Algunos usuarios de los medios sociales se toman con ligereza sus responsabilidades con sus acusaciones creyéndose inmunes a las responsabilidades que estas acarrean.
Igualmente la jurisprudencia colombiana y la regulación internacional coinciden en declarar que las aplicaciones no son responsables por los contenidos de sus usuarios. Son como un tren que llevan personas, pero no se hacen responsables de sus actos y opiniones. Facebook es una plataforma en donde se puede compartir experiencias y concienciar sobre problemas importantes. En ocasiones, esas experiencias y problemas incluyen violencia e imágenes gráficas que son de interés público como, por ejemplo, las cuestiones relacionadas con violaciones de los derechos humanos o atentados terroristas, pero se espera que se hagan con responsabilidad y decencia.
Las plataformas tienen normas comunitarias para su uso de manera que los usuarios se sientan seguros aplicando las políticas contra algún tipo de lenguaje o discursos de odio, abuso, grosería, amenaza, matoneo o acoso, aunque se autorizan comentarios humorísticos, satíricos o sociales relacionados con estos temas. En Facebook no se permite la presencia de organizaciones y personas dedicadas a fomentar este tipo de discursos. Los usuarios pueden tramitar a nombre propio o ajeno sus quejas directamente en la plataforma X (anterior Twitter) y tiene la opción de denunciar un contenido si se considera ofensivo o perjudicial a la reputación y buen nombre. En cualquiera caso el único poder que tienen las plataformas es retirar las publicaciones de quienes las hagan. Ya le compete a la persona que sienta vulnerados alguno de sus derechos interponer querellas o iniciar la acción judicial del caso.